El vocabulario todavía no te falla; sabes contar un chiste y distinguir, en la nube de sentidos que acompaña a un argumento, la primera columna que sostiene tal o cual idea. Pero ya no puedes escribir, hasta te cuesta trabajo dejar de repetir palabras.
Cada día resulta más fácil encontrar la temperatura e iluminación justas, el nivel de ruido y la comodidad suficiente para ponerte a leer y acomodar tu mano ¿entonces por qué no lo haces? te das cuenta de algo, algo que temías y ya no puedes cambiar: te has quedado corto de temas y estilos y en tu insistente ignorancia puede que pierdas la ruta. ¿De qué sirve un niño sabiondo si se ha quedado sin historias tristes que contar?
Cada día resulta más fácil encontrar la temperatura e iluminación justas, el nivel de ruido y la comodidad suficiente para ponerte a leer y acomodar tu mano ¿entonces por qué no lo haces? te das cuenta de algo, algo que temías y ya no puedes cambiar: te has quedado corto de temas y estilos y en tu insistente ignorancia puede que pierdas la ruta. ¿De qué sirve un niño sabiondo si se ha quedado sin historias tristes que contar?
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