Los viajes estaban llenos de conflictos.
Normalmente viajaba dormido, creo que hacía frío, unos días antes de navidad. En el trayecto dormía en un asiento trasero, aunque era más un sofá cama adaptado para que cupiera en el coche. Yo me imaginaba que en nuestra pobreza había maravillas irremplazables, que si descansábamos en la rest-area, rodeados de cobijas y almohadas, era porque preferíamos el silencio y la vida bohemia antes de los hoteles que frecuentaban mis compañeros de escuela con sus familias.
Desayunábamos en un McDonalds lleno de veteranos de Vietnam a las siete de la mañana. Todos eran blancos, platicaban de cualquier cosa alrededor de Hash Browns y McMuffins de huevo y lomo. Nosotros éramos diferentes, una clase de mexicanos que tienen buenas costumbres y no vale la pena molestar.
No conocí el mall hasta la adolescencia y fue gracias al empuje de las modas repentinas, la ropa oscura y los accesorios interminables, el hot topic y la barnes & noble, buscaba ansioso algo que me hiciera diferente al grupo de tontos que eran más ricos que yo y para mi fortuna, la solución siempre venía en un empaque con el precio adjunto. Pero las compras eran difíciles, el eso sí y eso jamás, está muy caro y para esas fachas. Mamá no me entendía, si alguien tuviera la culpa de mi rareza, de seguro sería mi madre.
En mi colegio se hablaba de videojuegos, de playeras y pantalones de marca, las chicas empezaban a comprar lencería y se rociaban el rostro con body fresh. Los varones, genéricos y austeros, pantalones holgados comprados en Sears y JC Penney, más humildes de dress for less en la Ross contigua. Comprar era muy importante y era lo que nos separaba.
Siempre me ha faltado el dinero y eso alimentó mi desconfianza. Ante los productos exclusivos ponía cara de desengaño, de superioridad espiritual. Gracias al gusto de mis padres nunca usé el slogan de una marca en mi ropa y nadie podía enterarse que mis playeras discretas escondían la historia de un pasado más refinado, el de los mejores días de mis padres, uno que nunca me tocó conocer.
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