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Me da rabia que piensen que todavía te amo.

Para ser honestos, te tengo cariño, un cariño profundo. Ese tipo de sentimiento que se debe tener por un hermano mayor. ¿Todavía? te admiro y me pareces atractivo, pero algo pasó en éstos meses que no quiero tus abrazos, besos o que duermas conmigo. Tal vez es que me enamoré de alguien, o el tiempo.

De todos modos si quiero tus risas, tu aprobación y tu atención. Quisiera que te dieras cuenta cuando me esfuerzo por las cosas o me preguntaras como me ha ido. Algo ha pasado en éstos meses que no quieres mis noticias, charlas o recuerdos.

Hoy has sido muy grosero. Para llevar registro, porque a veces lo olvido, dijiste que preferías leer a esucharme porque por lo menos los libros te daban nueva información. También dejaste claro que no querías comer conmigo, y el problema no es la comida, sino la compañía.

Está el otro lado, ese de tu eterna competencia. Cada día me demuestras tu superioridad moral y física (involuntariamente, para ser más imparciales) y dejas clara mi naturaleza de torpe envidioso.

Un amigo no cree que te he superado ni que podamos ser amigos o vivir juntos. No puedo decirle que su falta de confianza es dolorosa y que no me gusta cuando la gente me juzga con tanta facilidad. Otro es más empático, dice que hubiera preferido verme en otro lugar con aire nuevo, contento.

Yo esperaba que fueran unos días grises, pero estoy viviendo otro tipo de duelo. Supongo que son niveles, algún tiempo fuimos solamente amigos y también hay que enterrar ese papel.

De vez en cuando pienso que ojalá nunca te hubiera conocido.

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